sábado, 8 de septiembre de 2012

Barcelona World me chupa la polla

Barcelona World ni siquiera está en Barcelona. Se encuentra en la provincia de Tarragona, y mucho más cerca de la antigua capital del imperio romano del mismo nombre que de la cuna del Barça. Pero eso a los que vayan allí no les importará nada. És más: no quieren saberlo.
El hecho de que Barcelona World tenga este nombre y no otro surge de lo que a los políticos les gusta llamar la "marca" Barcelona. No hay mucho más que añadir a esto. Barcelona no es una ciudad, con su historia y cultura, con su personalidad, sus habitantes, sus costumbres, su lengua. Barcelona es una marca, y como tal, está sujeta al mercado: está al servicio de sus clientes y no de sus ciudadanos. Y también se comerá lo que haga falta para crecer; en este caso, parte de un entorno y una gente con una personalidad muy propias.

Jejeje
 Ya hace tiempo que Barcelona comenzó su camino hacia convertirse en un teatro para los turistas. Trabajando en el ámbito hotelero en Barcelona me he topado con una ingente cantidad de visitantes que ni siquiera sabían que el catalán existía. Y cuando se los he contado no han mostrado interés alguno.
También me he topado con algunos que me han hecho notar cuán artificial y desalmado les parecía el centro de Barcelona. Pero esos los cuento con los dedos de una mano. Una mano a la que le hayan cortado dos dedos.
La mayoría de turistas son, en el fondo de sus almas inocentes, turistas de fotos de facebook. Con diferentes niveles culturales y económicos, pero siempre movidos por impulsos tremendamente frívolos. A decir verdad, a toda esta gente ni siquiera les haría falta venir aquí. Tendrían suficiente con ir de compras a un gran almacén, luego ir a un parque temático, tomarse unas fotos con un par de tipos disfrazados, comer en un restaurante e ir a algo con la palabra "museo". Quizás también tener sexo en el baño de una discoteca, dependiendo del perfil del turista. 
Y alto, no tengo nada en contra de esto (siempre y cuando el baño no tenga las paredes barnizadas de mierda del anterior usuario), pero hay que ver que es lo que pasa cuando el centro temático es una ciudad entera, o un país entero.

¡Japoneses yo os invoco!


Sería abusivo afirmar que éste fenómeno es culpa exclusiva de las contingencias de un país. De hecho, el concepto de turismo en si mismo está diseñado y entendido así, y la mente del visitante siempre comprende el equivalente a una visita rápida por raíles a un pesebre viviente, un safari, una pasarela del ego en que las imágenes instauradas en nuestras endebles mentes por millones de estímulos mediáticos encuentran un pequeño orgasmo.
El turismo como estatus, el turismo como obligación, el turismo como zombificación, el turismo como parásito mental insertado desde y por los intereses económicos, son los verdaderos contextos de la motivación turística.
Así que no todo es la gestión del punto turístico: una inmersión rápida en los mecanismos psicológicos del 90% de los visitantes deprime y dibuja con precisión las deformidades mentales de nuestra especie.


Jiji
Pero también es cierto que es imposible diseñar un turismo sostenible cultural y ecológicamente en un territorio, si éste no es poderoso e independiente de esa fuente de ingresos.
Si el entorno es fuerte, está listo para ofrecer mucho más que espectáculos en que sus paisanos se ponen ropajes y danzan para visitantes borrachos. Y está listo para escoger con libertad, para decir que no a protestas abusivas o para inventar sus propios recursos.
No debe escapar a a nadie que la estrategia que se viene desarrollando desde hace bastantes años es la de hundir a una gran parte de la población, a países enteros, para convertirlos en esclavos de un cada vez más poderoso estrato económico superior. Cada vez hay más gente muy rica y más gente muy pobre, esto no hace falta repetirlo.

Si no se opta por decir no y se busca una salida efectiva a largo plazo, un cambio fuerte y a nivel estructural, lo más probable es que lo único que quede es la esclavitud.
Nuestros políticos, a la orden de grandes potencias, han optado por la sumisión. Somos una mujer hace un siglo: una puta, pero una puta que friega los platos y quita el polvo, y te baila sevillanas mientras te sirve sangría. Y quizás lleve también un sombrero mejicano y te ofrezca fondue y nachos con guacamole. No sé, ya no me acuerdo muy bien.
Yo mientras tanto me voy lubricando el recto.


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